El complejo trasfondo familiar detrás del tatuador detenido por un crimen en su casa

En calle Martínez al 713, dentro del barrio Canciller de Maipú, existe una casa que más de una vez ha sido el escenario de una situación policial, incluyendo dos crímenes. En la noche del martes no fue la excepción luego de que un tatuador que vive en el lugar y un amigo suyo quedaron detenidos con un cadáver envuelto que, según sostiene la investigación, estaban a punto de descartar en otro lugar.
Federico Fabián Lorca tiene 48 años. Nació en San Rafael, pero desde hace varios años que vive en esa casa que pertenece a su familia. En la cochera de ese lugar funcionaba un local de tatuajes bajo el nombre de Adrenaloide donde solía plasmar dibujos y frases con tinta en la piel de sus clientes.
Una serie de alertas a la Policía, especialmente al 911, alertaron sobre algo raro que estaba ocurriendo en esa propiedad en la tarde de ayer. Se escucharon gritos de auxilio. Cuando los efectivos llegaron al lugar se encontraron con Federico Lorca y un amigo suyo, un docente particular de inglés, Lautaro Gregorio Agostini (29). Este último tenía manchas de sangre en su pantalón, según informó el Ministerio de Seguridad.
En el interior de la propiedad se encontraron con un sospechoso bulto. Se trataba de una pileta de lona que estaba tirada en el piso. Dentro de ella había un cadáver envuelto en decenas de bolsas atadas de forma minuciosa con alambres, precintos plásticos y sogas. Los forenses estuvieron horas desenvolviéndolo hasta lograr llegar a la víctima del crimen.
El cuerpo presentaba importantes signos de estrangulamiento y golpes en el rostro. Si bien quisieron identificarlo a través de sus huellas dactilares con el sistema biométrico, no fue posible y hasta el momento se desconoce su identidad. Mientras tanto, el tatuador y su amigo quedaron a disposición de la fiscal de Homicidios Claudia Ríos quien investiga el crimen en Maipú.
El trasfondo familiar tras el crimen
La casa ubicada en el barrio Canciller tuvo su primer episodio policial el primer día de noviembre de 2013. El tatuador Federico Lorca, de entonces 36 años, estaba en el domicilio junto a su novia y su abuela, Elsa Serrano (87). Los tres fueron reducidos por dos delincuentes que ingresaron por el patio trasero y los redujeron en el suelo, luego de golpearlos.
En el robo se llevaron algunas alhajas y dejaron a las víctimas maniatadas durante varias horas. Cuando el tatuador se pudo liberar de las ataduras fue a ver a su abuela y constataron que había muerto por los golpes que recibió. Por ese crimen no hubo detenidos.
El segundo episodio policial en esa casa volvió a tener a Federico Lorca como protagonista. Ocurrió el 11 de enero pasado en la mañana, cuando el tatuador se sorprendió al encontrarse con su hermano de 38 años durmiendo en el domicilio. La sorpresa fue porque este chico se encontraba en situación de calle y tenían una disputa por quién habitaba la propiedad familiar.
Federico Lorca llamó al 911 y su hermano quedó detenido en el lugar. Fue imputado por violación de domicilio y a los pocos días recuperó la libertad. El martes de la semana pasada, 27 de mayo, realizó una suspensión de juicio a prueba y el expediente quedó en suspenso. En esa audiencia, el menor de los Lorca aseguró que igual iba a continuar disputando legalmente el derecho que tenía a vivir en esa casa donde terminó ocurriendo el crimen en la tarde de ayer.
- Fuente: Uno